El Ermitaño 

Cuando desde el silencio, se percibe la verdad, vemos las posibilidades de todos los eventos que percibimos en el “aquí” refiriéndonos a todos los lugares a través del “ahora” que representa todos los tiempos; hasta conseguir el resultado irreversible como consecuencia de nuestros actos.  

Esa es la misión secreta del Ermitaño, desde una vida apartada y solitaria, “ver” más allá de la percepción aparente, un mundo que no es otra cosa, que el lugar en donde administramos el conocimiento.  

La novena carta del Tarot nos muestra a ese Ermitaño como un hombre de edad avanzada que apoya su mano izquierda sobre un bastón mientras sostiene con la mano derecha una lámpara cuya luz se halla semioculta entre los pliegues del manto que lo cubre. 

El Ermitaño es el alma cuando despierta protegida por el manto del conocimiento e iluminada por la luz de la lampara; el bastón es el apoyo contra el miedo, la oscuridad que se confunde con claridad impaciente y que le ayuda a controlar su poder. Camina con la experiencia a cuestas y la edad en la mirada, esperando tranquilamente la última batalla. 

El nueve representa la verdad completa, el nivel más alto al que puede llegar la unidad, el cierre que da inicio al primer decimal que es el nuevo uno. 

En los sistemas mágicos, todos los números son la representación de las nueve primeras cifras, utilizando un sistema denominado por los ocultistas como “Reducción teosófica” que se usa para la simplificación de los números formados por dos o más cifras; de esta manera se reduce cualquier número a un solo dígito.   

Esto se consigue sumando las cifras que los componen hasta que sólo queda una unidad final; por ejemplo, si tenemos el número 12, sumamos el 1 y el 2 obteniendo como resultado el número 3.  

En el caso del número nueve, observamos que cualquier dígito multiplicado por nueve, al aplicar la “Reducción teosófica”, siempre nos dará como resultado el número 9; un ejemplo sería 9 x 27= 243 lo que se reduciría así: 2 + 4 + 3 = 9. 

A nivel humano, son nueve los meses de gestación en el vientre materno, lugar donde desarrollamos junto al cuerpo físico las primeras emociones y las más profundas. 

Para los griegos, fueron nueve las musas, hijas de Zeus y Mnemosine, quienes eran consideradas las deidades inspiradoras de la creación y de las artes: Clío era la musa de la historia; Euterpe, de la música; Talia, de la comedia: Melpómene, de la tragedia; Terpsícore, de la danza; Erato, de la elegía; Polimnia, de la lírica; Urania, de la astronomía y Calíope, de la retórica y la poesía heroica. 

Hablando de talismanes, el ocultista Eliphas Levi señala: “…en número de 36, corresponden a las nueve jerarquías o más bien a las nueve órdenes angélicas, subdivididas en cuatro grados jerárquicos; representan a los bastos, copas, espadas y oros de los jeroglíficos del Tarot (Curso de Filosofía Oculta, página 4). 

El Ermitaño representa el arquetipo del viejo sabio, respaldado por el número nueve como símbolo del nivel más alto de consciencia como individuo; nos muestra el valor del trabajo prolongado del conocimiento, de la constancia.  

Cada paso tiene una enseñanza, a lo largo del camino vamos recolectando experiencias de vida que cada vez son más útiles, aprendemos a centrar los pensamientos y a enfocarlos en lo que nos interesa; el tiempo de la vejez está cargada de conocimiento que puede ser tan sabio y viejo como el Tarot.  

Luna Godel 

15.10.2021  +523311350606 QUIERO UNA LECTURA DE TAROT

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