El ahorcado: arcano 12 del Tarot

La carta doce del Tarot, muestra a un hombre suspendido por el pie a una horca, sostenida por dos árboles, cada uno de los cuales ostenta seis ramas cortadas. Las manos del ahorcado se hallan atadas a la espalda; sus brazos forman la base de un triángulo invertido, cuyo vértice lo ocupa la cabeza. Los ojos están abiertos, sus cabellos flotan libremente. La pierna derecha forma una cruz con la izquierda o un número cuatro. 

El doce, integra la unidad y la dualidad; el Colgado nos muestra con su cuerpo los números 3 y cuatro; la suma de todos ellos nos da el 10 que es el uno. El ocultista Fabre d’Olivet  lo consideraba una mediación entre el mundo visible y el invisible señalando que Pitágoras designó a Dios con el 1, a la Materia con el 2 y al Universo con el 12, que resulta de la unión de ambas cifras. Este número, además se forma multiplicando el 3 por el 4. 

Poderosas estructuras se agrupan en doce partes, el horóscopo chino, el zodiaco, los meses del año, las tribus de Israel, los apóstoles, los caballeros de la mesa redonda; también los colores del círculo cromático o la escala cromática musical. Concentra energía, cierra y abre ciclos permanentemente como nuestro tiempo donde son doce las horas nocturnas que dan paso al Sol y a las doce horas diurnas.  

El Colgado, cansado, silencioso, con las manos atadas a su espalda, se encuentra indefenso ante su incierto destino. Las circunstancias (adversas o no) son totalmente ajenas a su voluntad. Un péndulo humano indeciso que no tiene poder físico alguno para dar forma a su vida o controlar su camino; pero tiene los ojos abiertos, percibe el mundo con claridad, tiene la conciencia plena. 

En muchas de las antiguas tradiciones, los rituales de iniciación masculina incluyen el colgar al aspirante de un árbol, en la soledad del bosque durante una o varias noches, afrontando las fuerzas de la naturaleza. Los Lakotas celebran la ceremonia del Yuwipi atando al chaman-sanador fuertemente, para que este se libere entre música de tambor y cantos sagrados, su liberación simboliza la sanación del cuerpo y del alma. 

El desatar ataduras es el reto a vencer en este naipe; la carta anterior, da La Fuerza, mientras señala la mitad del camino del Tarot, otorgando al consultante la energía para dar un paso hacia otros mundos, es así como llega el colgado a “iniciar” en esta transición a lo sagrado.  

Aprendemos que no todo es acción física, que no siempre podremos reaccionar de acuerdo a nuestros instintos; a veces el mundo parece negarnos toda posibilidad y cerrarnos todas las puertas; es entonces, cuando la mente se siente impotente y derrotada, que el ser verdadero busca alternativas mirando con serenidad el mundo interior, hasta que, invirtiendo las posibilidades, vemos las cosas de otra manera y se nos revela de forma misteriosa la respuesta a problemas y conflictos. A el Colgado, la revelación le hace ir al revés, entender entre soledad y silencio otras estructuras y nuevos arquetipos. 

La idea es que, en este punto del viaje, no hay marcha atrás, por adversas que nos sean las circunstancias y los eventos, debemos detener nuestro tiempo interior, desatar nuestros nudos de consciencia, hasta ver renacer la creatividad en esta introspección y reinventarnos. 

Luna Godel

12.12.2021 +523311350606 QUIERO UNA LECTURA DE TAROT

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